domingo, 11 de mayo de 2014

La mañana se presentó entre-velada de nubes con una luz que se asumía buena para hacer fotos.
No defraudó. 

En un bosque, con el filtro verde de las hojas de las hayas y la luz del sol matizada por los jirones de nubes tuvimos la mejor luz que se podía desear. Tuvimos una luz suave, sin sombras duras y con el matiz de los que tienen un softboss delante del objeto a fotografiar. 

El arroyo y las dos cascadas pequeñas nos dieron juego para hacer "sedas", mover las hojas, descubrir los movimientos de la vista y seguir investigando en la composición.


Desde un hilito a una cantidad importante de agua , el ruido del agua fue concentrando nuestra atención. A la espera de ...algún acontecimiento colocamos los trípodes y empezamos a probar. Poco, porque las posibilidades eran buenas y las ganas mucho mejores.









Poco a poco la intensidad de los primeros disparos de obturador, dio paso a la tranquilidad  del "buscar" el efecto deseado. 

Unas veces fue la seda, otras la tranquilidad. 

Otras el sosiego. 



 




Cuando quisimos darnos cuenta La naturaleza nos rodeaba y mirásemos donde mirásemos, nos hacía un guiño con sus muestras y ejemplos. Modelos a seguir de imágenes compuestas entre troncos y claro-oscuros que hacían recordar las luces de los cuadros de los maestros flamencos del siglo XVII-XVIII.



 
Un impulso me hizo vigilar. Tenía a dos alumnos - amigos en este paseo fotográfico. Los dos querían practicar. Huir del acomodo que supone haber dejado durante un tiempo, la cámara sobre el aparador -o dentro del armario-, allí donde el el ojo no repara en observar. 
Y las ganas vencieron y fueron muchos los minutos y los cuartos que nos llevó "encontrar". Sin la certeza de haberlo hecho en realidad. Más bien, por el azaroso sentimiento de descubrir lo que queda y ver  si hay otras posibilidades que no son las vistas. Y, claro que las hay.
 


 
 Nos esperaba la flor, el helecho -con sus báculos nacientes-, la zarza aun tierna... Los restos del invierno nos descubrieron que la naturaleza es también cruel, pero no como el hombre, si no, con el ciclo de la vida, que tanto humanizamos para todos los seres vivos. 


Por fin, nos salieron al encuentro los espíritus del bosque y tuvimos que dejarles tranquilos.






Nada tenemos tan arraigado en nosotros como la sensación de la naturaleza. 
Esa sensación que nos elimina la angustia y nos propone un 'ahora' sin límites . Un 'aquí' sin medida. La seguridad de que todo cuanto sé, no es obra del azar, si no , del mejor de los momentos: ESTE. 



En definitiva, un fin de semana repleto de fotos y buena compañía.








1 comentario:

  1. Fue un autentico placer compartir esa mañana con vosotros! Muy completa y práctica! Gracias y un abrazo!!

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